Danza de dragones
- Daniel Hernández
- 26 jun 2019
- 3 Min. de lectura
Hoy vengo a hablar un poco de etología, es decir, del comportamiento de los animales.
Tendemos a pensar que los comportamientos más sofisticados siempre están presentes en los humanos y especies muy cercanas a nosotros...primates, o mamíferos en general.
Sin embargo, hay una cosa en la que ellos son muy buenos y algunos humanos no, y es que antes de pegar o recurrir a la violencia física directa, siempre tienen algunos comportamientos que realizan antes, similar a un "diálogo" en el que se presentan.
Y no solo eso, sino que no dan puntada sin hilo, muchos comportamientos para avisar o medir a los rivales también sirven para atraer a los individuos de género contrario.
Por ejemplo, los ciervos, que normalmente asociamos con peleas entre machos con las grandes cornamentas, no realizan estas peleas tan a menudo. Tienen unos comportamientos previos que evitan los daños innecesarios. Primero realizan unos sonidos que conocemos como "la berrea", cuanto más fuerte sea el berrido, más fuerte suele ser el macho. Si aún así tienen dudas frente al rival, realizan un "paseo paralelo", que les sirve para comparar su tamaño y sus armas. Y en última instancia, si creen que pueden ganar, pelean con la cornamenta, que también ha evolucionado de manera que se minimizan las heridas mortales. Es posible que se salten alguno de estos pasos, pero lo habitual es que los sigan.
Y como decía al principio, creemos que los mamíferos son los que ostentan unos comportamientos complejos y únicos, pero no es así.
En todos los grupos aparecen este tipo de comportamientos sofisticados.
En los peces: Es común el cambio de color en los más dominantes, y en los guppies (Poecilia reticulata) los ejemplares dominantes cambian el color plateado del iris a un color negro antes de atacar, pero solo en los dominantes.
En los anfibios: Los cantos es el ejemplo claro, pero también hay especies como la ahora extinta en libertad, rana dorada de Panamá (Atelopus zeteki), que tienen algunos más complejos, como un patrón de movimientos de las patas en círculos que realizan los machos dominantes frente a rivales o hembras (diferentes patrones).
Las aves también tienen una gran variedad de comportamientos, como movimientos de cabeza, exhibiciones de plumaje, sin embargo la competencia entre individuos del mismo sexo se ve más ligada al territorio habitualmente.
Y por último los reptiles, que es sobre lo que quería escribir hoy con el caso del frinocéfalo (Phrynocephalus spp.)

Este pequeño dragón de las arenas tiene un comportamiento bastante peculiar. Es compartido por otros lagartos en la otra punta del mundo, en América del Sur, pero con distinto fin. Mueven la cola para comunicarse.
En el caso de Leiocephalus actúan como los suricata, avisando de los depredadores, variando la frecuencia con la distancia del intruso (más cerca, más rápido), pero no si el depredador está lo suficientemente cerca del avisador, porque podría ponerse en peligro.
Pero en el caso de Phrynocephalus es utilizado como una comunicación de jerarquía.
Y probablemente estaréis pensando... "pero...mover la cola no es nada raro o complejo".
Y es normal que penséis tal cosa si no lo habéis visto en acción.

"Vale sí, es curioso, pero...¿qué tiene de especial?"
Bueno, pues es un sistema de comunicación variable que ha sido foco de estudio de zoólogos y etólogos.
Se ha demostrado que es característico de la jerarquía, habiendo tres danzas diferentes.
Una es la realizada por los juveniles, el "tail waving" o ondulación, que consiste en eso, ondular la cola ligeramente, como se muestra en la siguiente imagen.
La segunda danza es la realizada por las hembras, el "tail coiling", o enrosque de cola.
Y por último los machos tienen la danza más compleja, el "tail lashing" o látigo, siendo similar a la danza de las hembras pero moviendo además lateralmente la cola, en un movimiento más ostentoso.


Pues bien, con estas diferentes danzas muestran sus cartas a los rivales, siendo el "tail waving" de los juveniles una muestra de sumisión y evasión del conflicto, mientras que en los adultos no. Pero eso además también varía según la dominancia; los machos dominantes realizan unas danzas mucho más largas que aquellos que no.
Y muchos aún pensaréis que es un título muy exagerado como para aludir a los dragones de Juego de Tronos, pero es que estos animales tienen otro as bajo la manga, y si las cosas se ponen serias o hay que pelear o asustar a un depredador... sacan su lado más aterrador.

Tienen unos pliegues en la boca que abren dando un apariencia monstruosa, y no tienen miedo de pelear contra otros lagartos o incluso serpientes.
Sin duda es un animal único, lleno de sorpresas.
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