Los mejores padres respiran por la piel
- Daniel Hernández
- 17 jul 2020
- 7 Min. de lectura
Hoy os vengo a hablar para los que, para mí, son unos de los mejores padrazos/madrazas del mundo animal.
La mayoría asocia el cuidado parental a los mamíferos y aves, con ejemplos como los leones, los albatros o los canguros. Y es normal, ya que este cuidado está mucho más extendido en esos grupos.
Sin embargo, hay casos muy peculiares y espectaculares en los anfibios. El término del cuidado parental se considera a todo comportamiento por parte de los padres que aumenta la supervivencia de los hijos. Es decir, desde los vertebrados ovíparos, cuidado parental sería el alimento nutricio (saco vitelino) presente en el huevo (lecitotrofía) pero es algo que ha evolucionado mucho y nos centraremos en algunos más sofisticados.
Me gustaría hacer un breve inciso presentándoos los tres principales de anfibios, ya que dos son muy conocidos por todos, pero el tercero es difícil de asociar a este gran grupo. Los dos primeros con los urodelos o caudados (tritones y salamandras) y los anuros (ranas y sapos), pero el último son los gimnofiones o cecilias, que son unos anfibios alargados y sin patas que recuerdan más a una serpiente o lombriz gigante que a un anfibio, pero pertenecen a este grupo
Una vez dicho esto, podemos comenzar a conocer a los grandes representantes del amor paternofilial en el mundo anfibio.
Los cuidadores de huevos:
Esto es algo común en las ranas y sapos, habiendo muy diferentes modalidades de cuidadores. Hay algunas especies que se entierran y entierran los huevos como en el género Hemisus. Otros depositan los huevos en hojas y las protegen, como las ranas de cristal (género Centrolene), y otros hacen nidos de espuma (género Leptodactylus). En ocasiones es la hembra la que atiende a los huevos, y en otras el macho o ambos.
Pero esto no solo ocurre en anuros, también hay varios urodelos que también protegen sus huevos. Un ejemplo son las salamandras gigantes (género Andrias y Cryptobranchus), en las que la hembra deposita los huevos en una oquedad bajo el agua y el macho los fertiliza y se queda custodiándolos como si fuera Fluffy (el perro de tres cabezas de Harry Potter) con la piedra filosofal.
Y está dedicación también la tienen algunas salamandras que ponen los huevos fuera del agua, protegiéndolos hasta que se inunda la zona, ya que las larvas son acuáticas, como en el caso de la salamandra jaspeada (Ambystoma opacum).
Este tipo de comportamiento también ocurre en las cecilias. Será difícil de imaginar como algo parecido a una lombriz gigante protege sus huevos, pero en varias especies se enroscan alrededor de los huevos y los protegen, y otras cosas que veremos a continuación.
Fotos extraídas de internet, de arriba a abajo:
Ranita de cristal cuidando la puesta, Cochranella euknemos. Autora: Jesse Delia.
Rana vaquita de la familia Leptodactylidae, Edalorhina perezi. Autor: Andrew Gray.
Macho de salamandra gigante japonesa (Andrias japonicus) cuidando los huevos. Autor: Yukihiro Fukuda.
Hembra de salamandra jaspeada (Ambystoma opacum) cuidando su puesta. Autora: Amber Hart.
Puede que no os haya convencido de que son buenos padres con lo anterior, así que pasemos a la siguiente categoría.
Transportadores de huevos:
Aquí hay cuatro tipos muy bien diferenciados, y todos son en sapos y ranas. Uno de ellos lo tenemos presente en España, y son unos padrazos, nuestros sapos parteros (género Alytes), en los que, tras la reproducción, el macho se pone la mochila de huevos entre las patas traseras, y los llevará con él durante un mes, hasta el momento en el que puedan eclosionar, cuando los llevará a una charca.
En el resto de los casos, son las madres las que profesan amor y cuidado a su progenie. Un caso bastante conocido y un poco macabro es el del acuático sapo de Surinam (Pipa pipa), en el que los huevos son desplazados a la espalda de la hembra y el tejido de esta crece encapsulándolos individualmente. Ahí permanecerán los huevos hasta que nacen como minisapos, totalmente desarrollados y capaces de nadar libremente.
De manera similar, pero en tierra, tenemos el ejemplo de la familia Hemiphractidae, en la cual los huevos también son depositados en la espalda de la hembra, que después desarrolla una “bolsa” como la de los canguros, envolviendo los huevos, lo que les da el nombre común en inglés de "ranas marsupiales".
Dentro de esta familia, el desarrollo de la bolsa varía dependiendo de las especies, siendo el género Gastrotheca el más complejo, que envuelve totalmente los huevos, y esa piel está altamente vascularizada para el intercambio gaseoso, es decir, que ayuda a respirar a los huevos.
El caso más extremo y asombroso ocurre en dos especies que actualmente (desde los años 80) están extintas. Se trata de Rheobatrachus silus y R. vitellinus. ¿Y dónde vivían? Pues cómo no, en Australia. Estos dos sapitos son conocidos como “ranas que crían en el estómago” en inglés. Y con eso os he hecho el spoiler.
La hembra de esta especie se tragaba los huevos, como una versión femenina del mito de Cronos. Y os preguntaréis… ¿y cómo puede hacerlo? ¿no digiere los huevos? Pues no. Esto sucede porque los huevos secretan hormonas (prostaglandinas) que inhiben la secreción ácida en el estómago de la madre. De esta manera, los huevos se desarrollan y eclosionan en el estómago (evolucionando a otro tipo de cuidado parental que veremos a continuación, el transporte de renacuajos), un proceso que dura unas 8 semanas, en las que su madre no come, hasta que, en el día del nacimiento, al igual que Cronos con los dioses, los “vomita”.
Eclosión de sapos de surinam (Pipa pipa).
De arriba a abajo:
Macho de sapo partero común (Alytes obstatricans), llevando su puesta.
Hembra de Hemiphractus fasciatus con sus huevos. Autor: Edgardo Griffith.
Hembra de Gastrotheca cornuta y su "marsupio" con huevos. Autor: Brad Wilson.
Rheobatrachus silus, una de las pocas imágenes que existen del nacimiento.
Transportadores de renacuajos/ crías:
El caso más común de esto son las ranas flecha venenosas (familia Dendrobatidae), que suelen llevar los renacuajos desde el sitio donde ponen los huevos en la tierra, hasta bromelias con agua dentro y son como bañeras-guarderías, o hasta diferentes puntos con agua dependiendo de la especie. Otras especies de diferentes familias transportan a las pequeñas ranas, pero es menos común.
Pero como anteriormente, aquí también hay ejemplos más raros. Uno de ellos es la rana de Darwin (Rhinoderma darwinii), cuyo macho se come los huevos poco antes de que eclosionen y son guardados en su saco vocal (la parte que hinchan para cantar), donde reciben nutrientes a través de la membrana, teniéndolos ahí hasta por 52 días, cuando completan su metamorfosis y salen al mundo exterior.
Y por supuesto, también está el ejemplo rarito de Australia, Assa darlingtoni. De la misma familia de los padres de estómago, en este caso el macho se sienta encima de sus hijos en el momento que eclosionan los renacuajos, y estos se mueven y se meten en dos “bolsas” que tiene en la zona inguinal, donde se tirarán 80 días hasta que salgan de ahí como sapitos.
Expulsión de juveniles de rana de Darwin (Rhinoderma darwinii)
Cuidado parental de Assa darlingtoni.
Cuidadores de crías:
Por supuesto, estos dedicados padres no solo se dedican a cuidar de huevos y al transporte, también cuidan de los pequeños. Hay algunas especies como en Cophixalus parkeri en las que, como en los humanos, los pequeños tardan en independizarse y permanecen varios meses en el “nido” con los padres. Otros casos como en la rana toro africana (Pyxicephalus adspersus), el padrazo cuida de los renacuajos en las charcas, evitando que los depreden, y cuando los charcos pequeños se empiezan a secar, construye un canal con sus patas traseras que permite pasar a los renacuajos a la charca más grande.
Cuidado parental por parte de un macho de rana toro africana (Pyxicephalus adspersus).
Un ejemplo curioso es el de algunas especies de las antes mencionadas ranas flecha venenosas. La rana flecha roja y azul (Oophaga pumilio), demuestra un gran cuidado de sus crías. La hembra deposita los huevos en la tierra, que son cuidados por el macho, humedeciéndolos. Cuando eclosionan, los renacuajos son llevados uno a uno en el lomo de la madre hasta las bromelias con agua, a las que es guiada por el macho mediante llamadas, donde los deposita individualmente. La hembra, días después (en algunas especies guiada por el macho de la misma manera) vuelve a las mismas bromelias y deposita un huevo sin fertilizar para que se lo coma el renacuajo en cuestión, que, de hecho, solo se alimenta de esos huevos. Este comportamiento está presente en varios sitios del mundo en diferentes especies con algunas variaciones, como echar muchos huevos sin fertilizar en charcas donde hay varios renacuajos.
Cuidado parental en rana flecha roja y azul (Oophaga pumilio).
Y he dejado para el final uno de los casos más sorprendentes e inesperados. ¿Recordáis las cecilias? Aquellos gusanos gordos que en realidad son anfibios de los que hablamos al principio. Parece que las salamandras y cecilias no tienen comportamientos de cuidado parental muy sofisticados, pues llevamos sin hablar de ellos desde el cuidado de huevos. Pues no, las cecilias son unas madres excepcionales. En algunas especies vivíparas, las crías se alimentan de una capa externa del oviducto (útero) de la madre. Y no solo eso, se han descubierto varias especies ovíparas en las que ocurre un fenómeno muy singular. La madre, tras un desarrollo temprano de las crías, genera una capa de piel externa a la suya de composición muy diferente (rica en proteínas y grasas), que sirve de comida para las crías. Aunque esto pueda parecer casi canibalismo, las crías comiéndose a la madre, se asemeja mucho más a la lactancia.
Crías alimentándose de la capa de piel especial producida por la madre.
Y con esto concluyo la entrada de los grandes padres del mundo anfibio, con comportamientos tan peculiares y únicos que es difícil imaginar como se han desarrollado en la evolución. Espero que os haya gustado y hayáis descubierto una nueva faceta de las ranas, salamandras y cecilias. El mundo animal es increíble, y a veces lo más pequeño es más increíble aún que lo que vemos a simple vista.
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